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domingo, 10 de febrero de 2013

LA CIUDAD DE LOS POZOS






LA CIUDAD DE LOS POZOS






Esta ciudad no estaba habitada por personas, como todas las demás ciudades del planeta. Esta ciudad estaba habitada por pozos. Pozos vivientes… pero pozos al fin. Los pozos se diferenciaban entre sí, no solo por el lugar en el que estaban excavados sino también por el brocal (la abertura que los conectaba con el exterior). Había pozos pudientes y ostentosos con brocales de mármol y de metales preciosos; pozos humildes de ladrillo y madera y algunos otros más pobres, con simples agujeros pelados que se abrían en la tierra.

La comunicación entre ellos era de brocal a brocal y las noticias cundían rápidamente, de punta a punta del poblado. Un día llegó a la ciudad una ‘moda’ que seguramente había nacido en algún pueblito humano: La nueva idea señalaba que todo ser viviente que se precie debería cuidar mucho más lo interior que lo exterior. Lo importante no es lo superficial sino el contenido.

Así fue como los pozos empezaron a llenarse de cosas. Algunos se llenaban de monedas de oro y piedras preciosas. Otros, más prácticos, se llenaron de electrodomésticos y aparatos mecánicos. Algunos más optaron por el arte y fueron llenándose de pinturas, pianos de cola y sofisticadas esculturas posmodernas. Finalmente los intelectuales se llenaron de libros, de manifiestos ideológicos y de revistas especializadas.

Pasó el tiempo… La mayoría de los pozos se llenaron a tal punto que ya no pudieron incorporar nada más. Los pozos no eran todos iguales así que, si bien algunos se conformaron, hubo otros que pensaron que debían hacer algo para seguir metiendo cosas en su interior… Alguno de ellos fue el primero: en lugar de apretar el contenido, se le ocurrió aumentar su capacidad ensanchándose. No paso mucho tiempo antes de que la idea fuera imitada, todos los pozos gastaban gran parte de sus energías en ensancharse para poder hacer más espacio en su interior.

Un pozo, pequeño y alejado del centro de la ciudad, empezó a ver a sus camaradas ensanchándose desmedidamente. El pensó que si seguían hinchándose de tal manera, pronto se confundirían los bordes y cada uno perdería su identidad… Quizás a partir de esta idea se le ocurrió que otra manera de aumentar su capacidad era crecer, pero no a lo ancho sino hacia lo profundo. Hacerse más hondo en lugar de más ancho.

Pronto se dio cuenta que todo lo que tenia dentro de él le imposibilitaba la tarea de profundizar. Si quería ser más profundo debía vaciarse de todo contenido… Al principio tuvo miedo al vacío, pero luego, cuando vio que no había otra posibilidad, lo hizo.

Vacío de posesiones, el pozo empezó a volverse profundo, mientras los demás se apoderaban de las cosas de las que él se había deshecho… Un día, sorpresivamente el pozo que crecía hacia adentro tuvo una sorpresa: adentro, muy adentro, y muy en el fondo encontró agua. Nunca antes otro pozo había encontrado agua…

El pozo superó la sorpresa y empezó a jugar con el agua del fondo, humedeciendo las paredes, salpicando los bordes y por último sacando agua hacia fuera. (…). La vida explotó en colores alrededor del alejado pozo al que empezaron a llamar ‘El Vergel’.

Todos le preguntaban cómo había conseguido el milagro. -Ningún milagro- contestaba el Vergel- hay que buscar en el interior, hacia lo profundo… Muchos quisieron seguir el ejemplo del Vergel, pero desandaron la idea cuando se dieron cuenta de que para ir más profundo debían vaciarse.

(… ) En la otra punta de la ciudad, otro pozo, decidió correr también el riesgo del vacío… Y también empezó a profundizar…Y también llegó al agua… Y también salpicó hacia fuera creando un segundo oasis verde en el pueblo (…).

Un día, casi por casualidad, los dos pozos se dieron cuenta de que el agua que habían encontrado en el fondo de sí mismos era la misma… Que el mismo río subterráneo que pasaba por uno inundaba la profundidad del otro.

Se dieron cuenta de que se abría para ellos una nueva vida. No sólo podían comunicarse, de brocal a brocal, superficialmente, como todos los demás, sino que la búsqueda les había deparado un nuevo y secreto punto de contacto:

La comunicación profunda sólo la consiguen entre sí, aquellos que tienen el coraje de vaciarse de contenidos y buscar en lo profundo de su ser lo que tienen para dar…


Cuento de JORGE BUCAY



sábado, 2 de febrero de 2013

YO SOY YOOO





Yo soy yo

En todo el mundo, no hay nadie exactamente como yo. Hay personas que tienen algunas partes en que se parecen a mí, pero nadie es idéntico/a a mí. Por lo tanto, todo lo que sale de mí es auténticamente mío porque yo sola lo elegí.
Todo lo mío me pertenece: mi cuerpo, incluyendo todo lo que éste hace; mi mente incluyendo mis pensamientos e ideas; mis ojos, incluyendo las imágenes que perciben; mis sentimientos, cualesquiera que éstos que puedan ser; coraje, alegría frustración, amor, desilusión, excitación; mi boca y todas las palabras que salgan de ella, agradables, dulces o bruscas, justas o injustas; mi voz fuerte o suave y todos mis actos sean éstos para otros para mí misma.
Me pertenecen, mis fantasías, mis sueños, mis esperanzas, mis temores.
Me pertenecen todos mis triunfos y éxitos, todos mis fracasos y errores.
Porque todo lo mío me pertenece, puede llegar a familiarizarme íntimamente conmigo misma.
Y al hacer esto puedo amarme y aceptarme y aceptar todas las partes de mi cuerpo.
Entonces puedo hacer posible que todo lo que me pertenece trabaje para lograr lo mejor para mí. Sé que hay aspectos de mí misma que me confunde, y otros que no conozco.
Pero mientras me conozca y me ame, puedo buscar y valerosamente y con esperanza la solución a mis confusiones y la forma de conocerme más.
La forma como luzca, como suene para los demás, lo que diga o haga, lo que piense y sienta en un momento determinado, soy yo. Esto es auténtico y representa dónde estoy en este momento. Cuando más adelante analice cómo lucía y sonaba, lo que dije e hice y cómo pensé y sentí, algo parecerá no encajar, y conservar lo que sí encajo, y desear algo nuevo para reemplazar lo que reemplace.
Tengo los instrumentos para sobrevivir, para acercarme a los demás y para ser productivo/a y para darle sentido y sacar del mundo las personas y cosas ajenas a mí.

Me pertenezco y por lo tanto puedo mejorar, yo soy yo y yo estoy bien.


Virginia Satir