TÉCNICAS DE ESCUCHA ACTIVA
Nuestro cuerpo está deseando comunicarse
con nosotros/as y la naturaleza lo ha puesto fácil. Somos una máquina perfecta
y nuestro organismo está preparado para recibir atención a través de múltiples
caminos. Dándonos permiso para acceder a él, descubriremos dolencias físicas y
emocionales, si las hay; y bienestar siempre.
Técnicas de “escucha activa”:
A través del Tacto: El mayor órgano del
cuerpo es la piel; a través de ella percibimos temperatura, presión, fuerza y
emociones.
A través del Oído: Estamos sujetos a escuchar gritos, risas, música…que nos puede
hacer vibrar. Nuestro cuerpo puede cuidarse a través de lo que oímos: biodanza,
musicoterapia. Sonidos seleccionados se convierten en una suerte de homeopatía
musical y fluyen por todo el organismo.
A través del Movimiento: Nuestro cuerpo
es sinónimo de movimiento, evolución, crecimiento; por eso, es posible curarse
con el movimiento.: antigimnasia, coaching del cuerpo, rolfing. Tomar
conciencia de nuestro cuerpo permite utilizarlo inteligentemente a la vez que
recuperar la flexibilidad y la suavidad de movimientos.
A través de la Respiración: Pese a la
importancia del movimiento, la realidad es que por un tiempo prolongado podemos
prescindir de él. También podemos estar sin movernos, oír o tocar, pero no
podemos dejar de respirar. Es lo que nos hace ser vivos. Por eso, es tan
interesante tenerlo presente en la búsqueda del equilibrio cuerpo-mente porque
nos puede curar: yoga…
A través de la Creatividad: Si la
respiración nos distingue como seres vivos, el arte lo hace como seres humanos.
Es nuestra imaginación hecha materia. Por eso curarnos a través del arte
involucra cuerpo y mente: arteterapia, psicodrama, danza vivencial…
El estrés, enfermedad, ejercicio
físico extremo…todo se refleja en el cuerpo y en la mente. Si escucho las lecciones de mi cuerpo
podré descubrir la estrecha relación entre el plano físico y mental y lo
importante que es escucharse para hallar el equilibrio.
Desde que nos levantamos hasta que nos
acostamos, mantenemos un diálogo con nuestro organismo: sentimos que nos duele
la cabeza, que nos aprietan los zapatos, que nos relaja una música… Estamos
envueltos por molestias y placeres más o
menos intensos, más o menos ordenados, que algunas veces son susurros y otros
auténticos gritos. Nuestro cuerpo nos habla, pero eso no significa que sepamos
escucharlo. Saber hacerlo hace que comprendamos qué nos pasa y nos ayuda a
interpretarlo y cuidarlo.