MUJERES
ESCRITORAS
La huella que han dejado las mujeres en la escena literaria es
indiscutible, a pesar de que hasta tiempos recientes no han gozado de la misma
visibilidad que los hombres. En orden cronológico, éstas son las que mayor
impacto han tenido:
1. Sor Juana Inés de la Cruz (México, 1648/51-1695) Es una de las figuras más
importantes del Siglo de Oro y además una de las primeras escritoras femeninas
que llegó a la fama. Esta poetisa y dramaturga fue dama de compañía de la
virreina, antes de entrar al convento. El poema "Redondillas" y la
carta "Respuesta a Sor Filotea" son dos de sus obras más conocidas.
EN QUE DA MORAL CENSURA A UNA ROSA, Y EN ELLA A SUS SEMEJANTES
Rosa divina que en gentil cultura
eres, con tu fragante sutileza,
magisterio purpúreo en la belleza,
enseñanza nevada a la hermosura.
Amago de la humana arquitectura,
ejemplo de la vana gentileza,
en cuyo ser unió naturaleza
la cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán altiva en tu pompa, presumida,
soberbia, el riesgo de morir desdeñas,
y luego desmayada y encogida
de tu caduco ser das mustias señas,
con que con docta muerte y necia vida,
viviendo engañas y muriendo enseñas!
2. Rosalía
de Castro (España,
1837-1885) Esta poetisa y novelista, escribió tanto en gallego como en castellano,
Y es una de las poetas más importantes del siglo XIX. Junto a Gustavo Adolfo
Bécquer, es una figura emblemática del posromanticismo.
Dicen que no hablan las plantas
Dicen que no hablan las plantas, ni las fuentes, ni los pájaros,
Ni el onda con sus rumores, ni con su brillo los astros,
Lo dicen, pero no es cierto, pues siempre cuando yo paso,
De mí murmuran y exclaman:
—Ahí va la loca soñando
Con la eterna primavera de la vida y de los campos,
Y ya bien pronto, bien pronto, tendrá los cabellos canos,
Y ve temblando, aterida, que cubre la escarcha el prado.
—Hay canas en mi cabeza, hay en los prados escarcha,
Mas yo prosigo soñando, pobre, incurable sonámbula,
Con la eterna primavera de la vida que se apaga
Y la perenne frescura de los campos y las almas,
Aunque los unos se agostan y aunque las otras se abrasan.
Astros y fuentes y flores, no murmuréis de mis sueños,
Sin ellos, ¿cómo admiraros ni cómo vivir sin ellos?
Rosalía de Castro
3. Gabriela Mistral (Chile, 1889-1957) En 1945, esta poetisa se convirtió
en la primera escritora latinoamericana en recibir el premio Nobel. Su obra se
sitúa entre el modernismo y la vanguardia. Además de poeta, fue
cónsul de Chile en varias ciudades del mundo.
Balada
Él pasó con otra;
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
El irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiera callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!
yo le vi pasar.
Siempre dulce el viento
y el camino en paz.
¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!
Él va amando a otra
por la tierra en flor.
Ha abierto el espino;
pasa una canción.
¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!
El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.
¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!
El irá con otra
por la eternidad.
Habrá cielos dulces.
(Dios quiera callar.)
¡Y él irá con otra
por la eternidad!
Gabriela Mistral
4. Alfonsina Storni (Argentina, 1892-1938) Poetisa feminista cuyos
primeros poemas se caracterizan por la influencia del modernismo, mientras que
su obra posterior tiende a la vanguardia. Se quitó la vida poco después del
suicidio de Horacio Quiroga, escritor uruguayo con quien mantuvo una estrecha
amistad.
Alma desnuda
Soy un alma desnuda en estos versos,
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.
Alma desnuda que angustiada y sola
Va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
Que puede ser un lirio, una violeta,
Un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta
Y ruge cuando está sobre los mares,
Y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares,
Dioses que no se bajan a cegarla;
Alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
Con sólo un corazón que se partiera
Para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
Dice al invierno que demora: vuelve,
Caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve
En tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas
A campo abierto, sin fijar distancia,
Y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia
De un suspiro, de un verso en que se ruega,
Sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega
Y negando lo bueno el bien propicia
Porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia
Palpar las almas, despreciar la huella,
Y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
Como los vientos vaga, corre y gira;
Alma que sangra y sin cesar delira
Por ser el buque en marcha de la estrella.
escritora, sirvió de embajadora de México en Israel.
Ser Río sin Peces
Ser de río sin peces, esto he sido.
Y revestida voy de espuma y hielo.
Ahogado y roto llevo todo el cielo
y el árbol se me entrega malherido.
A dos orillas del dolor uncido
va mi caudal a un mar de desconsuelo.
La garza de su estero es alto vuelo
y adiós y breve sol desvanecido.
Para morir sin canto, ciego, avanza
mordido de vacío y de añoranza.
Ay, pero a veces hondo y sosegado
se detiene bajo una sombra pura.
Se detiene y recibe la hermosura
con un leve temblor maravillado.
Ser de río sin peces, esto he sido.
Y revestida voy de espuma y hielo.
Ahogado y roto llevo todo el cielo
y el árbol se me entrega malherido.
A dos orillas del dolor uncido
va mi caudal a un mar de desconsuelo.
La garza de su estero es alto vuelo
y adiós y breve sol desvanecido.
Para morir sin canto, ciego, avanza
mordido de vacío y de añoranza.
Ay, pero a veces hondo y sosegado
se detiene bajo una sombra pura.
Se detiene y recibe la hermosura
con un leve temblor maravillado.
Rosario Castellanos
8. Carmen Martín Gaite (España, 1925-2000) Esta escritora de la generación
del medio siglo ha sido galardonada con los premios Nadal, Nacional de
Literatura, y Príncipe de Asturias, entre otros. Se dedicó a la narrativa y al
ensayo, con un enfoque en la memoria dialogada, la metaliteratura, y el juego
entre la realidad y el sueño.
Canción rota
Siempre que iba a cantar
algo se interponía
y a mí no me importaba,
¡había tanto tiempo!
Mi canción se quedaba en el alero,
confiada,
meciéndose en la espera
cuajada de horizontes.
Si alguna vez con mudo gesto
antiguo
acaricio las cuerdas,
el aire se retira
y el corazón me late nuevamente
con aquellos latidos turbulentos,
heraldos de mi canto.
¡Ay, mi canción truncada!
Yo nunca tenía prisa
y la dejaba siempre,
amor,
para después.
9. Ana María Matute (España, 1926) La galardonada novelista es una de
las voces más prominentes de la posguerra española. Su narrativa es realista y
marcada por la tragedia, con niños o adolescentes protagonizando muchas de sus
historias. Es la tercera mujer escritora en ingresar en la Real Academia
Española. En 2010, a los 85 años, recibió el Premio Cervantes,
el más prestigioso de las letras en lengua española.
La palabra es lo más bello que se ha creado, es lo más importante de
todo lo que tenemos los seres humanos. La palabra es lo que nos salva. Ana María Matute
10. Isabel Allende (Chile, 1942) Esta escritora de best
sellers es una de las más conocidas en el mundo, pese a las críticas.
Desde la edición de su primera novela La casa de los espíritus ,
que la lanzó a la fama, sus libros han vendido más de 56 millones de ejemplares.
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ELOGIO DE LA LECTURA
En busca de lector/a
Yo soy un
libro en busca de lector/a.
Soy el
material en el que se fabrican los sueños…
Soy textura violácea que entre cuatro puntos un perfume de madera
contienen. La visión de mil hojas al
pasar se escucha, saboreando chocolate caliente.
Soy la inocencia y la frescura de un niño/a.
Soy la inquietud y la rebeldía de la adolescencia.
Soy la fuerza y la generosidad de la madurez.
Soy la creatividad que en ti se desborda en ilusión.
Si entras en mis páginas te prometo un mundo de sensaciones…
Soy el tiempo, la verdad, el amor, la quimera de los sueños…
Soy un libro y te busco a ti.