30 de enero. Día Mundial de la
Paz
El día 30 de
Enero se conmemora la muerte del líder nacional y espiritual de la India,
Mahatma Gandhi. El 30 de Enero de 1948 fue asesinado a tiros por un fanático
hinduista.
La Cultura de Paz, definida inicialmente en 1989 en el Congreso
Internacional de Yamoussoukro y adoptada como Programa de la UNESCO en 1995,
pronto se convierte en un movimiento mundial con la implicación directa de
amplios sectores de la sociedad en todos los continentes lo que motivó que
Naciones Unidas proclamara el año 2000 como Año Internacional de la Cultura de
la Paz, y decidiera la proclamación del Decenio Internacional de la promoción
de una Cultura de Paz y No violencia en beneficio de los niños y niñas del
mundo.
El “Manifiesto 2000” redactado por un grupo de premios Nóbel, en el que
invitaron a todo el mundo a su firma comprometiéndose a respetarlos en la vida
diaria, contiene resumidos, en un lenguaje sencillo, los seis principios clave
que definen y determinan la Cultura de Paz:
�� Respetar la vida.
�� Rechazar la violencia.
�� Compartir con los demás.
�� Escuchar para entender.
�� Conservar el Planeta.
�� Redescubrir la Solidaridad
Textos o frases relacionados con la paz:
"Creo que la salvación de la
Humanidad
se halla en los principios de la No-violencia".
se halla en los principios de la No-violencia".
(XIV Dalai Lama)
"La violencia crea más
problemas sociales de los que resuelve y,
por tanto, no conduce nunca a una paz permanente".
por tanto, no conduce nunca a una paz permanente".
(Martin Luther King)
“No hay caminos para la paz;
La paz es el camino”.
(M. Gandhi)
"La paz empieza
justamente donde termina la ambición"
(Edward Jong)
Sólo tres letras
Solo tres letras, tres letras
nada más,
solo tres letras que para siempre aprenderás.
solo tres letras que para siempre aprenderás.
Sólo tres letras para escribir
PAZ.
La P, la A, y la Z, sólo tres
letras.
Sólo tres letras, tres letras
nada más,
para cantar PAZ, para hacer PAZ.
para cantar PAZ, para hacer PAZ.
La P de pueblo, la A de amar
y la zeta de zafiro o de zagal.
(De zafiro por un mundo azul,
de zagal por un niño como tú).
y la zeta de zafiro o de zagal.
(De zafiro por un mundo azul,
de zagal por un niño como tú).
(Gloria Fuertes)
La paz comienza en uno/a mismo, en la clase, en casa, en la ciudad, en el
país, en el mundo.
Cada persona puede contribuir a la paz desde sí misma.
El diálogo y el respeto entre la gente tienen que ver con la paz.
Respetar las
costumbres y modo de vida de poblaciones distintas a la propia tiene que ver
con la paz.
Los conflictos son inherentes a la vida, pero pueden ser resueltos:
- Positivamente con (el diálogo)
- O negativamente con (la violencia).
Depende de ti.
CUENTOS PARA LA PAZ
Dos lobos
- Un anciano Cherokee enseñaba a su nieto acerca de la vida. "Una pelea pasa dentro de mí", le dijo al chico.
-"Es una pelea terrible y es entre dos lobos. Uno es malo - el es la ira, la envidia, la pena, la avaricia, la arrogancia, la autocompasión, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras, el falso orgullo, la superioridad, y el ego".
- Continuó, "El otro es bueno - el es la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la bondad, la benevolencia, la empatía, la generosidad, la verdad, la compasión, y la fe. La misma pelea pasa dentro de ti - y dentro de cada persona, también".
-El nieto pensó acerca de ello por un momento y entonces preguntó a su abuelo, "¿Cuál lobo ganará?".
- Un anciano Cherokee enseñaba a su nieto acerca de la vida. "Una pelea pasa dentro de mí", le dijo al chico.
-"Es una pelea terrible y es entre dos lobos. Uno es malo - el es la ira, la envidia, la pena, la avaricia, la arrogancia, la autocompasión, la culpa, el resentimiento, la inferioridad, las mentiras, el falso orgullo, la superioridad, y el ego".
- Continuó, "El otro es bueno - el es la alegría, la paz, el amor, la esperanza, la serenidad, la humildad, la bondad, la benevolencia, la empatía, la generosidad, la verdad, la compasión, y la fe. La misma pelea pasa dentro de ti - y dentro de cada persona, también".
-El nieto pensó acerca de ello por un momento y entonces preguntó a su abuelo, "¿Cuál lobo ganará?".
- El anciano Cherokee simplemente contestó:
- "El que tú alimentes".
Leyenda Cherokee
CUESTIONES:
- ¿Cuál es el tema del cuento?
- Haz un resumen del texto de tres líneas.
- ¿Crees que todos/as llevamos dentro esos dos lobos?
- Termina el cuento con dos finales:
1. En el que el protagonista alimentara al lobo malo.
2. Otro, en el que alimentara al lobo bueno.
- Vocabulario:
1. Busca en el diccionario: empatía.
2. ¿Qué
otras palabras conoces de su misma raíz? (familia léxica) –simpatía, antipatía,
apatía, empatía, patético, pasión, compasión, apasionado/a, autocompasión…-
3. ¿Qué
significa: ira, envidia, avaricia?
4. ¿Significado
de: benevolencia, generosidad, humildad?
EL CUENTO DE LAS PELUSAS CALIENTES.
STEINER, Claude
" LIBRETOS EN QUE PARTICIPAMOS "
Ed. Diana - México 1980
Había una vez, hace mucho tiempo, dos personas muy felices que se llamaban
Tim y Maggie, las cuales tenían dos hijos llamados John y Lucy. Para poder
comprender lo felices que eran, habrá que entender cómo eran las cosas en aquel
entonces. Hay que saber que por aquellos días se les regalaba a todos
inmediatamente que nacían una Bolsa de Pelusas, pequeña y suave. Siempre que una
persona metía mano en su bolsa para buscar, sacaba de ahí una Pelusa Caliente
muy abrigadora. Había, pues, mucha demanda de Pelusas Calientes, porque siempre
que alguien recibía una Pelusa Caliente, eso le hacía sentirse muy contento y
abrigado. La gente que no recibía Pelusas Calientes con regularidd estaba en
peligro de contraer una enfermedad en la espalda, que le hacía encogerse y
morir.
En aquellos días era muy fácil conseguir Pelusas Calientes. Cada vez que
alguien tenía ganas de una, iba a tu encuentro y te decía: "Me gustaría
recibir una Pelusa Caliente". Entonces uno metía la mano en su bolsa y
sacaba una Pelusa, del tamaño de la mano pequeña de una niña. Tan luego como la
Pelusa salía a la luz del día, se iluminaba con una sonrisa y florecía transformándose
en una Pelusa Caliente, amplia y abrigadora. Entonces tú colocabas una encima
del hombro, o de la cabeza, o sobre las piernas de la persona, y la Pelusa se
le acomodaba perfectamente, deshaciéndose contra su piel y haciéndole sentirse
lleno de contento. La gente siempre se estaba pidiendo mutuamente Pelusas
Calientes; y puesto que siempre se daban gratis, no era ningún problema tener
siempre bastantes consigo. Había suficientes para todos, y por consiguiente
cada uno se sentía feliz y estaba muy cómodo y abrigado la mayor parte del
tiempo.
Cierto día, una bruja mala se puso muy enojada, porque todo el mundo estaba
tan feliz que nadie se ocupaba de comprar brebajes y emplastos. La bruja era
muy lista e ideó un plan perverso. Una hermosa mañana, la bruja se acercó
cautelosamente hasta Tim, mientras Maggie jugaba con su hija, y le murmuró al
oído: "Tim, mira nada más la cantidad de Pelusas que Maggie le está dando
a Lucy. ¿Sabes?, si lo sigue haciendo así, va a acabar por quedarse sin ninguna
¡y no quedará una sola para ti!".
Tim quedó estupefacto. Volviéndose a la bruja preguntó: "¿Quieres
decir que no siempre habremos de encontrar una Pelusa Caliente cuando la
busquemos en nuestra bolsa?" A lo que la bruja respondió: "No, desde
luego que no; y cuando las Pelusas se terminen, ya no podrás tener más". Y
diciendo esto, se fue volando, montada sobre su escoba, riéndose y cacareando
por el camino.
Tim tomó la cosa muy a pecho y comenzó a fijarse cada vez que Maggie le
regalaba una Pelusa Caliente a alguien. Acabó por sentirse muy preocupado y
disgustado, porque le agradaban mucho las Pelusas Calientes de Maggie y no
quería renunciar a ellas. Pensaba que ciertamente no era justo que Maggie
estuviera desperdiciando todas sus Pelusas Calientes en los niños y en otras
personas. Así empezó a quejarse cada vez que veía a Maggie regalar una Pelusa
Caliente a alguien; y como Maggie lo quería mucho, dejó de darles
Pelusas Calientes con tanta frecuencia a las personas, y las reservó sólo
para él.
Los niños se fijaron en lo que sucedía y pronto comenzaron a pensar que era
malo regalar Pelusas Calientes cada vez que alguien las pedía o tenía ganas. Y
también ellos se volvieron muy cuidadosos en eso. Observaban a sus padres
muy de cerca y siempre que les parecía que ellos regalaban demasiadas Pelusas a
los demás, también comenzaron a oponerse. Poco a poco se sintieron muy
preocupados cuando ellos mismos regalaban demasiadas Pelusas Calientes. Y a
pesar de que ciertamente encontraban una Pelusa
Caliente cada vez que la buscaban en su bolsa, poco a poco dejaron de meter
la mano en ella, volviéndose más y más egoistas. Muy pronto la gente empezó a
darse cuenta de la escasez de Pelusas Calientes: y comenzó a sentirse menos
contenta y abrigada. Empezó a encogerse y, de cuando en cuando, había algunos
que se morían por falta de Pelusas Calientes. Así, más y más gente iba en busca
de la bruja para comprar brebajes y emplastos, aunque no resultaban
efectivos.
Y sucedió que la situación se iba poniendo muy dificil en verdad. La bruja
mala, que contemplaba todo esto, no quería en realidad que la gente se muriera
(puesto que los muertos ya no podían comprar sus brebajes y emplastos), por lo
que ideó un nuevo plan. A cada uno se le dió una bolsa muy parecida a la Bolsa
de Pelusas, salvo que aquella era una bolsa muy fría, mientras que la de
Pelusas era caliente y acogedora. Dentro de la bolsa de la bruja había Espinas
Frías. Estas no hacían que las personas se sintieran abrigadas y contentas,
sino que, por el contrario les hacía sentirse frías y espinosas. Pero si
lograban impedir que la espalda se les encogiera. Por lo que de ahí en adelante
cada vez que alguien decía: "Yo quiero una Pelusa Caliente", las
personas que temían agotar su reserva de
ellas respondían "No puedo darte una Pelusa Caliente, pero ¿no te
gustaría recibir una Espina Fría?" En algunas ocasiones, dos personas se
acercaban una a la otra, pensando que iban a recibir una Pelusa Caliente, pero
uno u otro cambiaba de parecer y terminaban por darse mutuamente Espinas Frías.
Por lo que el resultado fue que, aunque muy pocas personas se morían, sin
embargo muchas seguían desdichadas, sintiéndose extremadamente frías y
espinosas.
La situación se complicó muchísimo porque, desde la llegada de la bruja,
las Pelusas Calientes eran cada día más escasas; por lo que las que
anteriormente eran gratuitas como el aire libre, ahora eran extremadamente
raras y de mucho precio. Esta fue la causa de que la gente hiciera toda suerte
de cosas para conseguirlas. Antes de que apareciera la bruja, las personas
acostumbraban reunirse en grupos de tres, cuatro, o cinco, sin que a nadie le
importara demasiado quién le estuviera regalando Pelusas Calientes a quién.
Pero a partir de la llegada de la bruja, la gente empezó a dispersarse por
parejas y a reservar todas sus Pelusas Calientes exclusivamente el uno para el
otro. Las personas que, olvidándose de sí mismas, le regalaban a otro una
Pelusa Caliente, inmediatamente se sentían culpables por ello porque sabían que
su compañero seguramente resentiría la pérdida de una Pelusa Caliente. Los que
no lograban encontrar un compañero generoso, tenían que comprar sus Pelusas
Calientes y trabajar durante largas horas para ganarse el dinero necesario para
adquirirlas.
Hubo personas que, de alguna manera, se hicieron "populares" y
con eso recibieron muchas Pelusas Calientes, sin tener que volver ellas ninguna
a cambio. Entonces esta gente vendía dichas Pelusas Calientes a quienes
no eran "populares" y que necesitaban de ellas para poder sobrevivir.
Otra cosa que sucedió fue que algunas personas tomaban Espinas Frías -que
las había disponibles gratuitamente y en cantidad ilimitada- y las recubrían de
un material blanco y esponjoso, haciéndolas pasar por Pelusas Calientes. Estas
Pelusas Calientes falsificadas eran en realidad Pelusas de Plástico, y
ocasionaban nuevas dificultades. Por ejemplo, dos personas se reunían e
intercambiaban líbremente Pelusas de Plástico, cosa que esperaban les haría
sentirse bien y contentos, pero, en vez de eso, se separaban sintiéndose muy
mal. Y como pensaban que lo que habían estando intercambiando mutuamente eran
Pelusas Calientes, quedaban sumamente desconcertados, sin darse cuenta de que
los sentimientos fríos y espinosos que sentían eran en realidad el resultado de
que les habían dado muchas Pelusas de Plástico.
Así, la situación llegó a ser muy deplorable; y todo comenzó por la llegada
de la bruja, que hizo creer a la gente que algún día, cuando menos lo
esperaran, podrían meter la mano en su Bolsa de Pelusas Calientes y descubrir
que se les habían agotado.
No hace mucho, una mujer joven de grandes caderas nacida bajo el signo de
Acuario, llegó a esta desdichada tierrra. Al parecer, ella desconocía todo
cuanto se refería a la bruja mala, y no se preocupaba en lo más mínimo de que
se agotaran sus Pelusas Calientes. Las repartía generosa y líbremente, aun
cuando no se las pidieran. La gente la llamaba la Mujer Mundana y no la
aceptaba, porque estaba comunicándoles a los niños la idea de que no deberían
de preocuparse de que las Pelusas Calientes pudieran llegarles a faltar. A los
niños les caía muy bien, porque se sentían muy contentos junto a ella; y así
comenzaron a regalar Pelusas Calientes siempre que les venía en gana.
Las personas mayores, preocupadas, tomaron cartas en el asunto y decidieron
emitir una ley para proteger a los niños contra el despilfarro de su provisión
de Pelusas Calientes. La ley declaró ser una ofensa criminal repartir Pelusas
Calientes con atrevimiento y precipitación y sin tener licencia para hacerlo.
Sin embargo, a muchos niños no les importó nada lo sucedido y a pesar de la ley
continuaron regalándose mutuamente Pelusas Calientes siempre que les venía en
gana y siempre que se las pedían. Y como había muchos, muchos niños, casi
tantos como personas mayores, parecía que ellos acabarían por salirse con la
suya.
Hoy por hoy, es dificil decir qué es lo que sucederá. ¿Lograrán la fuerzas
adultas de la ley y el orden frenar el atrevimiento y precipitación de los
niños? ¿Se unirán los adultos a la Mujer Mundana y a los niños aceptando el
riesgo de que siempre pueda haber tantas Pelusas Calientes cuantas sean
necesarias? ¿Se acordarán de los días en que sus niños están intentando
retroceder al tiempo que las Pelusas Calientes abundaban porque la gente las
regalaba gratuitamente?.
TU TIENES EL RELOJ, YO TENGO EL TIEMPO
Entrevista realizada por VÍCTOR-M. AMELA a: MOUSSA AG ASSARID,
No sé mi edad: nací en el desierto del Sahara, sin papeles...!
Nací en un campamento nómada tuareg entre Tombuctú y Gao, al norte de Mali.
He sido pastor de los camellos, cabras, corderos y vacas de mi padre. Hoy
estudio Gestión en la Universidad Montpellier. Estoy soltero. Defiendo a los
pastores tuareg. Soy musulmán, sin fanatismo.
- ¡Qué turbante tan hermoso...!
- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.
- Es de un azul bellísimo...
- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...
- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.
- ¿Por qué?
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
- ¿Quiénes son los tuareg?
- Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
- ¿Cuántos son?
- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.
- ¿A qué se dedican?
- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?
- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!
- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..
- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.
- Saber eso es valioso, sin duda...
- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!
- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!
- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...
- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté.... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.
- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...
- ¿Tanto como eso?
- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.
- ¿Qué pasó con su familia?
- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...
- Y lo logró.
- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
- ¡Un tuareg en la universidad. ..!
- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.
- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!
- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...
- Fascinante, desde luego...
- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...
- Qué paz...
- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.
- Es una fina tela de algodón: permite tapar la cara en el desierto cuando se levanta arena, y a la vez seguir viendo y respirando a su través.
- Es de un azul bellísimo...
- A los tuareg nos llamaban los hombres azules por esto: la tela destiñe algo y nuestra piel toma tintes azulados...
- ¿Cómo elaboran ese intenso azul añil?
- Con una planta llamada índigo, mezclada con otros pigmentos naturales. El azul, para los tuareg, es el color del mundo.
- ¿Por qué?
- Es el color dominante: el del cielo, el techo de nuestra casa.
- ¿Quiénes son los tuareg?
- Tuareg significa "abandonados", porque somos un viejo pueblo nómada del desierto, solitario, orgulloso: "Señores del Desierto", nos llaman. Nuestra etnia es la amazigh (bereber), y nuestro alfabeto, el tifinagh.
- ¿Cuántos son?
- Unos tres millones, y la mayoría todavía nómadas. Pero la población decrece... "¡Hace falta que un pueblo desaparezca para que sepamos que existía!", denunciaba una vez un sabio: yo lucho por preservar este pueblo.
- ¿A qué se dedican?
- Pastoreamos rebaños de camellos, cabras, corderos, vacas y asnos en un reino de infinito y de silencio...
- ¿De verdad tan silencioso es el desierto?
- Si estás a solas en aquel silencio, oyes el latido de tu propio corazón. No hay mejor lugar para hallarse a uno mismo.
- ¿Qué recuerdos de su niñez en el desierto conserva con mayor nitidez?
- Me despierto con el sol. Ahí están las cabras de mi padre. Ellas nos dan leche y carne, nosotros las llevamos a donde hay agua y hierba... Así hizo mi bisabuelo, y mi abuelo, y mi padre... Y yo. ¡No había otra cosa en el mundo más que eso, y yo era muy feliz en él!
- ¿Sí? No parece muy estimulante. ..
- Mucho. A los siete años ya te dejan alejarte del campamento, para lo que te enseñan las cosas importantes: a olisquear el aire, escuchar, aguzar la vista, orientarte por el sol y las estrellas... Y a dejarte llevar por el camello, si te pierdes: te llevará a donde hay agua.
- Saber eso es valioso, sin duda...
- Allí todo es simple y profundo. Hay muy pocas cosas, ¡y cada una tiene enorme valor!
- Entonces este mundo y aquél son muy diferentes, ¿no?
- Allí, cada pequeña cosa proporciona felicidad. Cada roce es valioso. ¡Sentimos una enorme alegría por el simple hecho de tocarnos, de estar juntos! Allí nadie sueña con llegar a ser, ¡porque cada uno ya es!
- ¿Qué es lo que más le chocó en su primer viaje a Europa?
- Vi correr a la gente por el aeropuerto.. . ¡En el desierto sólo se corre si viene una tormenta de arena! Me asusté, claro...
- Sólo iban a buscar las maletas, ja, ja...
- Sí, era eso. También vi carteles de chicas desnudas: ¿por qué esa falta de respeto hacia la mujer?, me pregunté.... Después, en el hotel Ibis, vi el primer grifo de mi vida: vi correr el agua... y sentí ganas de llorar.
- Qué abundancia, qué derroche, ¿no?
- ¡Todos los días de mi vida habían consistido en buscar agua! Cuando veo las fuentes de adorno aquí y allá, aún sigo sintiendo dentro un dolor tan inmenso...
- ¿Tanto como eso?
- Sí. A principios de los 90 hubo una gran sequía, murieron los animales, caímos enfermos... Yo tendría unos doce años, y mi madre murió... ¡Ella lo era todo para mí! Me contaba historias y me enseñó a contarlas bien. Me enseñó a ser yo mismo.
- ¿Qué pasó con su familia?
- Convencí a mi padre de que me dejase ir a la escuela. Casi cada día yo caminaba quince kilómetros. Hasta que el maestro me dejó una cama para dormir, y una señora me daba de comer al pasar ante su casa... Entendí: mi madre estaba ayudándome...
- ¿De dónde salió esa pasión por la escuela?
- De que un par de años antes había pasado por el campamento el rally París-Dakar, y a una periodista se le cayó un libro de la mochila. Lo recogí y se lo di. Me lo regaló y me habló de aquel libro: El Principito. Y yo me prometí que un día sería capaz de leerlo...
- Y lo logró.
- Sí. Y así fue como logré una beca para estudiar en Francia.
- ¡Un tuareg en la universidad. ..!
- Ah, lo que más añoro aquí es la leche de camella... Y el fuego de leña. Y caminar descalzo sobre la arena cálida. Y las estrellas: allí las miramos cada noche, y cada estrella es distinta de otra, como es distinta cada cabra... Aquí, por la noche, miráis la tele.
- Sí... ¿Qué es lo que peor le parece de aquí?
- Tenéis de todo, pero no os basta. Os quejáis. ¡En Francia se pasan la vida quejándose! Os encadenáis de por vida a un banco, y hay ansia de poseer, frenesí, prisa... En el desierto no hay atascos, ¿y sabe por qué? ¡Porque allí nadie quiere adelantar a nadie!
- Reláteme un momento de felicidad intensa en su lejano desierto.
- Es cada día, dos horas antes de la puesta del sol: baja el calor, y el frío no ha llegado, y hombres y animales regresan lentamente al campamento y sus perfiles se recortan en un cielo rosa, azul, rojo, amarillo, verde...
- Fascinante, desde luego...
- Es un momento mágico... Entramos todos en la tienda y hervimos té. Sentados, en silencio, escuchamos el hervor... La calma nos invade a todos: los latidos del corazón se acompasan al pot-pot del hervor...
- Qué paz...
- Aquí tenéis reloj, allí tenemos tiempo.
POEMAS PARA LA PAZ
Poemas:
Paco Damas
¿QUÉ OTRA COSA PUEDO HACER
POR
LA PAZ?
¿QUÉ TIENE QUE VER MI DINERO CON LAS ARMAS?
TUS INVERSIONES PUEDEN FINANCIAR NEGOCIOS POCO ÉTICOS
Cuando nuestro dinero está en el banco, las
entidades financieras trabajan con él, prestándolo a terceros para, a cambio,
ofrecernos una rentabilidad a través de los intereses. Cuando escojas una
entidad bancaria, INFÓRMATE de a quién presta tu dinero y asegúrate
de que no lo va a utilizar para financiar conflictos o destruir el medio
ambiente.
v Invierte
en fondos éticos o deposita tu dinero en la banca
ética. ¡Mucha más gente saldrá ganando!
v Pide
a las empresas que sean éticas: ¡Qué tengan en cuenta a las personas y al medio
ambiente!
v Opta
por la economía social: cooperativas, fundaciones o empresas de inserción
social.
v Busca
alternativas. ¡Hay muchas más de las que te imaginas!